“AMOR PLATÓNICO”
Por Walter Benjamin
La naturaleza y el tipo de un amor se perfilan
rigurosamente en el destino que ese amor prepara al nombre y al apellido. El
matrimonio, que quita a la mujer su apellido original para poner en su lugar el
del marido, tampoco deja intacto su nombre de pila —lo cual vale para casi toda
aproximación sexual. Lo envuelve, lo cerca con apelativos cariñosos bajo los
cuales es frecuente que no vuelva ya a aparecer más durante años, decenios. Al
matrimonio en este amplio sentido se opone el amor platónico —y es así solamente
como puede éste determinarse de veras, en el destino del nombre, no en el del
cuerpo— con su único auténtico, único relevante sentido: como amor que no
satisface en el nombre su deseo, sino que ama a la amada en su nombre, que en
su nombre la posee y en su nombre la mima. Que guarde intacto, que proteja el
nombre de la amada, es la sola expresión verdadera de la tensión, de la
inclinación a la lejanía que se llama amor platónico. Para él la existencia de
la amada procede, como rayos desde un núcleo incandescente, del nombre, y de
éste procede incluso la obra del amante. Y así la Divina Comedia no es otra
cosa que el aura en torno al nombre de Beatrice: la exposición más poderosa de
que todas las fuerzas y figuras del cosmos proceden del nombre que surge a
salvo del amor.
(En Discursos interrumpidos).